Aunque se hable de marxismo para referirse a las doctrinas de
Marx, no puede olvidarse que el propio Marx declaró en una ocasión no ser
marxista, lo cual significaba la negativa a que su pensamiento fuera
considerado dogma y se le encerrara en estrecheces escolásticas. Además, en las
diversas fases de su evolución intelectual mantuvo la necesidad de atenerse a
las situaciones concretas contra la tentación de forjar puras abstracciones
intemporales.
No sólo entre marxistas y no-marxistas, sino entre los mismos
marxistas, se discute bajo cuál de estos significados puede ser considerado más
propiamente el marxismo. Todos los marxistas se basan, evidentemente, en las
teorías de Marx, pero el hecho de que se vean obligados a reivindicar en cada
caso la comprensión correcta y la interpretación adecuada de las doctrinas del
Marx original demuestra el escaso compromiso dogmático de éste. De ahí que haya
que distinguir entre el marxismo en sus diferentes expresiones y variantes
(marxismo) y la doctrina misma de Marx (marxiana), aunque el significado de
"marxismo" no pueda menos de estar relacionado con la producción
teórica y la acción práctico-política de Carlos Marx.
El problema es que la obra de Marx ha sido entendida de modo
diverso según se haya visto en ella una concepción del mundo, una filosofía,
una antropología filosófica, una ciencia, específicamente una sociología, un
modo de explicar y cambiar la historia, una serie de normas para la acción
política que deben variarse de acuerdo con las circunstancias históricas, una
ideología, etc. Esta diversidad de visiones hacen difícil justificar la opción
unilateral por una de las alternativas indicadas.
El problema se complica más todavía cuando se tiene en cuenta que
a lo largo de su vida se fueron dando cambios en los propios intereses
intelectuales de Marx que plantean la cuestión de la continuidad y
discontinuidad de su propio pensamiento. Para algunos intérpretes, en los
comienzos de su producción intelectual, Marx trabajaría dentro de cauces
considerados como filosóficos, pero sus intereses específicamente filosóficos
irían disminuyendo, o atenuándose, en beneficio de sus intereses sociológicos,
políticos y económicos, que culminarían en el Marx maduro con la construcción
de una ciencia (Althusser).
Marx y Engels
La oposición entre un Marx maduro y un Marx joven ha dividido a
los intérpretes; unos destacan la importancia del Marx humanista frente al Marx
economista y sociólogo, y otros lo contrario. Algunos, en cambio, han subrayado
la continuidad del pensamiento de Marx, que parece haberse demostrado con el
eslabón perdido de los Grundrisse de 1857-1858. No obstante, aun admitidas las
diferencias entre los dos Marx, se constata la actitud constante de Marx en su
firme convicción socialista y comunista. En la medida en que Marx trató de dar
una explicación de los cambios sociales, su pensamiento sería de carácter
sociológico. El problema es entonces saber si la sociología de Marx equivale o
no a una ciencia social objetiva. Quienes admiten este carácter subrayan el
aspecto científico del marxismo. Sin embargo quienes lo niegan (Lukacs)
destacan el carácter fundamentalmente "partidista" del marxismo,
interpretándolo no como una sociología científica, sino como la filosofía
social de la clase trabajadora y, por tanto, como su ideología propia,
desenmascaradora de todas las demás ideologías.
El marxismo como filosofía
En sentido filosófico el marxismo puede entenderse como una
crítica de la filosofía idealista (Hegel) y del materialismo mecanicista
(Feuerbach). La crítica de Marx a la filosofía, que se realiza de modo especial
en La ideología alemana, aunque lo esencial ya lo había escrito Marx en
la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, tuvo
como principal interlocutor a Hegel, ya que Hegel significaba la expresión más
madura y modélica de lo que la filosofía era como "interpretación" de
la realidad, conteniendo al mismo tiempo los gérmenes para una transformación
de la filosofía, y porque en Hegel tenía lugar la consumación teórica e
ideológica del mundo cristiano-burgués.
El derrumbamiento del sistema hegeliano vendría a significar el
derrumbamiento de la concepción cristiano-burguesa del mundo. Entendiendo por
filosofía lo que la "conciencia filosófica anterior" entendió por
filosofía, el marxismo lleva a cabo una dura crítica de la "filosofía como
filosofía" proclamando su desaparición tras su superación. "La
filosofía como filosofía" es conceptuada como una ideología cuya necesidad
ha sido histórica, pero que de eliminarse su fundamento real, "la miseria
social", ya no será necesaria.
A pesar de todo, el marxismo puede ser considerado en Marx como
una filosofía en sentido tradicional, en cuanto que su crítica contenía los
gérmenes de una ontología y de una concepción del mundo que se proponía llevar
a cabo una clarificación racional de la conciencia, encerraba una cultura y
dilucidaba el lugar que debe ocupar el hombre en el mundo.
El marxismo como ciencia
En sentido económico-sociológico, el marxismo pretende ser una
teoría de la realidad social, más en concreto de la sociedad burguesa
capitalista, una crítica y alternativa a la economía política inglesa (Ricardo,
Quesnay, Adam Smith), una "macrosociología" y una ciencia de la
historia. La atención prestada a la explicación de la génesis, descripción de
la estructura y crítica de la sociedad capitalista, y la predicción del
derrumbamiento de esta sociedad, víctima de sus crisis internas y de la fuerza
revolucionaria del proletariado, parecen hacer de Marx fundamentalmente un
economista y un sociólogo.
La aportación fundamental de Marx a la economía política se
encuentra en su obra El capital. Marx demostró el carácter histórico de
los modos de producción y de las leyes que rigen su funcionamiento rompiendo
con la concepción ahistórica de los economistas clásicos y de sus leyes
económicas.
La complejidad de la doctrina económica de Marx puede resumirse
en seis rasgos primordiales: 1º) La idea de que los productos lanzados al
mercado tienen un precio. 2º) La idea de que para obtener esos productos se usa
el trabajo de los asalariados, trabajo al que se da asimismo precio,
convirtiéndose en mercancía. 3º) La idea de que lo producido por el asalariado
tiene un valor superior al salario recibido por el trabajador, y ello aun
descontando los costos de producción, distribución, etc. Este plus en cuestión
es la plusvalía, que es arrebatada al trabajador por el capitalista. 4º) La
idea de que tanto el progreso técnico como las necesidades de competencia
obligan a los capitalistas a formar grandes monopolios, destruyendo este modo
las empresas pequeñas y la clase social (pequeña burguesía) poseedora de estas
empresas. 5º) La idea de que hay crisis inevitables en el mercado capitalista
(crisis de superproducción, por ejemplo) y que estas crisis producen conflictos
(incluyendo guerras) en el curso de los cuales el capitalismo se autodestruye.
6º) La idea de que la cantidad de proletarios y desposeídos aumenta a medida
que la cantidad de capitalistas y opresores disminuye.
Una interpretación cientificista de Marx ha visto en su doctrina
una teoría puramente científica (económica, histórica y sociológica).
Convencidos de que Marx, en el curso de su labor investigadora, evolucionó
desde la filosofía hasta la ciencia, los defensores de esta interpretación sólo
conceden a la obra de juventud de Marx un interés puramente histórico y
concentran toda su atención en sus realizaciones de madurez, sobre todo en El
capital. Esta interpretación del marxismo fue hecha ya a finales del siglo
XIX por los teóricos principales del llamado "marxismo ortodoxo"
(Kautsky, Plechanov, Hilferding) al presentar un marxismo, "en
indicativo", como una ciencia objetiva no interesada en ningún juicio de
valor. Dentro del movimiento comunista, esta interpretación
"cientificista" del marxismo hizo sentir su influencia en la versión
que le dio la escuela mecanicista, por lo menos hasta 1929.
Pero fue Lous Althusser quien, especialmente en su obra La
revolución teórica de Marx, se acercó a la visión
"cientificista", aunque no se identificara con ella. Althusser
estableció una oposición entre la obra de juventud de Marx y su obra de
madurez: entre ambas existiría una "ruptura epistemológica", concepto
que Althusser tomó de Bachelard, entendido como el paso de una problemática
precientífica, mezclada todavía con ideología, a una problemática
auténticamente científica.
El paso de la ideología a la ciencia no significaría, sin
embargo, una negación de la filosofía. Cuando en 1845 Marx rompió con el
discurso ideológico de su juventud, había fundado ya, dice Althusser, una
ciencia nueva: el materialismo histórico; pero, a la vez, una filosofía: el
materialismo dialéctico; y esto en un solo movimiento. El objeto del
materialismo histórico era la sociedad; el objeto del materialismo dialéctico
era el conocimiento científico. El capital, que fue la obra más
significativa de Marx, tiene a la vez un significado científico y un
significado filosófico. Por un lado, fundamenta la ciencia de la economía, es
decir, la ciencia de un determinado sector de la sociedad, y por otro, presenta
una nueva concepción del conocimiento.
Monumento a Marx en Chemnitz, Alemania
Es aquí donde radicaría para Althusser el más genuino sentido de
la filosofía de Marx, que se encontraría en el polo opuesto del humanismo y del
historicismo, que dominaban su obra de juventud. Althusser, al sostener la
existencia de una ruptura epistemológica entre el primer Marx filósofo y el
segundo Marx científico, ha destacado el carácter estructuralista de este
pensamiento como explicación de las estructuras fundamentales de la sociedad
humana. El descubrimiento de estas estructuras haría posible comprender las
estructuras superficiales y más visibles no sólo en una determinada fase de la
historia, sino en toda la historia humana.
No obstante, hay que reconocer, con Ferrater Mora, que aunque
pueda haber diferencias entre los "dos Marx", los intereses del Marx
maduro de la Crítica de la economía política y de El capital no
parecen ajenos a los del joven Marx, especialmente el de Manuscritos
económicos y filosóficos de 1844, cuando menos en la medida en que en éste
se desarrolla también un esfuerzo por comprender la alienación real que
caracteriza el trabajo desde el momento en que cesa de funcionar el comunismo
primitivo. Además, la estrecha relación entre teoría y práctica y la decidida
negación de un abismo entre hechos y valores constituyen supuestos que parecen
constantes en todas las fases del pensamiento de Marx.
El marxismo como praxis revolucionaria
En sentido político, el marxismo significa una crítica a la
acción política del socialismo utópico francés (Fourier y Proudhon,
Saint-Simon, etc.) y una praxis revolucionaria (socialismo científico)
encaminada a la transformación de la realidad y de la estructura económico
social. En realidad, éste es el gran objetivo que persigue toda la formulación
teórica del marxismo desde los primeros hasta los últimos escritos: "los
filósofos se han limitado a interpretar variamente el mundo; pero lo que
importa es transformarlo", escribió Marx. La teoría marxista, por tanto,
logra su suprema concreción allí donde se proyecta en una acción histórica. La
praxis revolucionaria, concebida desde un principio como un doloroso proceso de
aprendizaje, debía estar abierta a una revisión permanente y a una concreción
renovada.
El marxismo, como la teoría de una praxis que se ha articulado a
partir de la problemática de la sociedad burguesa moderna y de su civilización
industrial, aparece como un intento, sobre todo práctico, por resolver esa
problemática de un modo reflexivo y teórico en una determinada dirección. El
interés práctico, que en el ámbito teórico actúa como conductor del
conocimiento, se expresa en el problema de cómo es posible liberar la creciente
productividad del trabajo industrial de las cadenas y de los efectos
destructivos que de suyo tiene en su forma de organización capitalista.
El movimiento práctico, mediante el cual se realiza este interés,
está concebido en el marxismo como un proceso de autodefensa y autoliberación
de aquellos que sufren los efectos negativos de la sociedad burguesa, como
emancipación de las clases trabajadoras de las clases poseedoras. Las clases
trabajadoras están resumidas bajo el nombre de "proletariado", y el
sector que determina el carácter de este movimiento es la mano de obra industrial.
El objetivo de este movimiento es la apropiación de los medios de producción
modernos por los productores inmediatos. La expropiación de los medios de
producción es un momento esencial de esta apropiación, que conduce a una
sociedad sin clases en la medida en que se convierta en una apropiación
universal, es decir, en la medida en que suprima las limitaciones de la
división actual del trabajo y distribuya a cada individuo una cantidad de
fuerza de producción.
Marx en Londres (1875)
Esta orientación marcadamente práctica del marxismo es la que
estaría presente en las interpretaciones de Karl Vorlander, quien sostiene la
idea de que el socialismo no puede desligarse de exigencias. Pone de relieve la
inspiración de carácter ético de toda la obra de Marx, obvia en los escritos de
juventud, pero también presente en El capital. La misma tesis fue
defendida por Maximilien Rubel en su obra Karl Marx. Essai de biographie
intellectuelle (1957). Según esto, en la obra de Marx no habría ningún paso
de un punto de vista ideológico a una posición científica, sino que, más bien,
toda ella se encontraría marcada por la dualidad entre una ciencia objetiva y
una ética revolucionaria. "Como método objetivo de investigación, el
materialismo histórico se ocupa esencialmente del análisis de los hechos
históricos, cuya conexión establece ajustándose rigurosamente a un tipo de
precisión de carácter científico; como doctrina ética trata de formular los
principios que tienen que dirigir la actividad de la clase proletaria para
conseguir la liberación y para organizar una sociedad completamente
humana".
El significado más apropiado, por tanto, para designar de un modo
general lo "marxiano" sería considerar la teoría y la práctica de
Marx como un humanismo real, revolucionario y militante, como teoría de una
praxis de la emancipación humana dentro de una civilización industrial
internacional convertida en una unidad. El marxismo, en cambio, no habría sido
creación del propio Marx, es decir, no representaría la suma de las opiniones
de Marx, sino el complejo producto histórico de las interpretaciones de las
teorías de Marx. Como filosofía universal de base materialista, comenzó donde
Marx terminó, es decir, creando un sistema cerrado en sí mismo, de intuiciones
filosóficas, económicas y sociopolíticas.